La muerte de mi tío Ángel me ha hecho "bucear" un poco en aquellos orígenes albaceteños de mi padre, murciano él toda la vida, castellano manchego ahora, con la eliminación de la provincia de Albacete de la Región de Murcia. Cuatro hermanos, Josefina, Matías, mi padre Albino y Ángel, el más chico, nacidos del matrimonio de mis abuelos Pedro García y Visitación Cañada; los dos mayores en Andorra, sí, la de Teruel y los otros dos en Nerpio, Albacete.
Mi abuela Visita, separada de mi abuelo Pedro, se volvió a casar con otro hombre, Ginés, con quién tuvo otros cuatro hijos, Isabel, Ginés, Pepe y Ana, todos ellos Cañada de segundo apellido igualmente y hermanos de mi padre y, lógicamente, de mis tíos de siempre, los de aquí. Nunca supe el motivo de tal separación y nunca he querido entrar en ella. Quizás demasiado influenciado por los comentarios de la buena de mi abuela materna, para quien era difícil justificar que una mujer volviera a rehacer su vida, nunca le tuve a mi abuela Visita el cariño que debí de tenerle y nunca recibí de ella el cariño que debió darme, pero hay que entender, después de muchos años y muchas vivencias, entre ellas dos separaciones, que siempre hay una segunda opinión que escuchar y siempre hay verdades a medias. Ni soy yo, indudablemente, tan buena persona como yo proclamo, ni tan mala como afirman, o afirmaban, las dos madres de mis tres hijos. Y en aquella época, que alguien sufra el abandono de su marido y se vea obligada a rehacer su vida con otra persona, seguro que no fue un plato de buen gusto para ella. Si algo me humilla como persona es que nunca he sido capaz de pedirle perdón a mi padre por cómo me comporté con su madre, mi abuela. Incluso cuando murió.
La separación de mis abuelos paternos produjo un tormentoso deambular de los cuatro hermanos, mis tíos de siempre, los de aquí. Mi tía Josefina y mi tío Matías, por un Orfanato de Albacete, donde comienza mi tía sus estudios de Magisterio, que terminará, años después, en Vitoria, lugar donde un tío de mi padre, Albino de nombre como yo, dirigió la Academia ALM tras compartir celda con el dueño en la cárcel zaragozana de Torrero, por militar en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Mi tío Ángel y mi padre, por Turrilla, aldea situada junto a Nerpio y por el Campo de San Juan, lugar donde mi tío Ángel permaneció, incluso, cuando mi padre viajara a Andorra, años después, "reclamado" por mi bisabuela adoptiva María Rosa, casada en segundas nupcias con mi bisabuelo Albino, origen de esta historia familiar, al quedarse viudo de su primera esposa, Josefa, madre de mi abuela Visita. Junto a su madre, los tíos de mi padre, el ya mencionado Albino y los mellizos, Ángel, el del Estanco y Angelina, maestra en el Colegio de la Calvo Sotelo, perfectamente integrados en la vida de la Muy Noble Villa. Al final, pasados los años, se juntarán los cuatro hermanos, en Andorra, donde residirán todos, hasta que mi tía Josefina, casada con Venancio, un apuesto y fornido Facultativo de Minas vasco, fija su residencia en Teruel Capital, al aprobar éste un puesto en la Jefatura Provincial de Minas. Siempre tuvo mi tía Josefina un glamour y un saber estar exquisito, refinada educación aprendida, que ya lo quisiera para ella la mismísima Carmen Lomana. Desgraciadamente, nada sé de la suerte que corrieron los otros cuatro hermanos, Isabel, Ginés, Pepe y Ana, en aquellos años, aunque no es difícil imaginar la infinidad de penurias por las que, igualmente, debieron pasar. Animo a cualquiera de mis primos hermanos a que nos relaten cuanto sepan, para así conocer mucho mejor lo que somos.
Quizás el trato durísimo que la vida tuvo con ellos, quién sabe, los llevo a forjarse el carácter que han tenido y nunca supieron, o quisieron, trasmitirnos el cariño que debimos haber tenido por nuestra familia, los Cañada. Incluso, hablo en primera persona, nunca sentí ni a mis tíos, ni a mis primos hermanos, tan cercanos como hoy los siento. Y ese sentimiento hay que "mamarlo desde chiquinino", como decimos aquí en Extremadura. Y nunca lo sentí. Al menos yo. Siempre fueron mis tíos, es cierto, siempre fueron mis primos hermanos, pero sin más. Ha habido acercamientos y distanciamientos. Momentos críticos que nos han unido y periodos de relajación, que nos han distanciado. Eso referido a mis tíos de siempre, los de aquí. Con los demás hermanos, para qué contaros. Algunos, desgraciadamente, sólo los he conocido puntualmente, como a mi tía Isabel, ya fallecida, en la boda de mi hermana María Pilar y otros ha sido de forma testimonial, como a mi tío Pepe, al que seguramente no volveré a ver nunca más. Como decía mi tía Ana en la "despedida" de mi tío Ángel, el miércoles de la semana pasada, 19 de Noviembre de 2014, nunca hemos tenido problemas entre nosotros, sólo que nunca nos hemos tratado. Ahí es nada. Y aún así, no sé si por aquello de la "llamada" de la sangre, o porque me estoy haciendo mayor, casi sin darme cuenta, compruebo el mismo día que lo conozco, que el único hermano soltero de mi padre, mi tío Pepe, que sigue viviendo en Nerpio, hace los mismos gestos que mi padre y que mi tío Ángel, cuestión de genética pura y que los días de Agosto de aquel 2013 en los que compartí, junto a mi "tata", con mis primas hermanas María José y Angelines por tierras murcianas de Caravaca de la Cruz, fueron el preludio de una relación que no vamos a dejar disiparse, nunca más. Cueste lo que cueste. La cara de satisfacción de mi padre y de mi tío Ángel al llegar a Nerpio, su pueblo, con parte de sus hijos, no se borrará de mi memoria jamás y escuchar a mi tío Ángel señalarnos los cabezos por los que había corrido de pequeño para saciar un hambre que le dio ese carácter luchador, que no abandonó ni cuando se debatía entre la vida y la muerte en la UCI del Hospital Provincial de Zaragoza, fue la consagración del reencuentro que surgió tiempo atrás en las Redes Sociales de Facebook. Conocer, en ese mismo "viaje a nuestros orígenes", a mi primo hermano José Luis en Cartagena, donde vive, y saber que es, junto a sus hermanos Patricio y María José, los descendientes de la hermana Isabel de mi padre, todos de la saga de los Cañada, me animó a pensar que quizás podríamos promover algún encuentro multitudinario de primos hermanos, donde poder compartir curiosidades como que sean de la misma edad la hija mayor de mi tía Josefina, la de Teruel, mi madrina y mi prima hermana Begoña y mi tía Ana, hermana de su madre, o que la camarera del restaurante de Nerpio pensara que mi tío Pepe, el soltero, no tenía familia, ¡¡ pues anda que si llega a tenerla !!. Anécdotas como que me encuentro, sorprendentemente, con mi primo hermano Salvador, hijo de mi tía Ana, haciendo ambos la mili en el Cuartel de San Gregorio en Zaragoza. Conocer que murió, hace un montón de años, un primo hermano mío, Venancio Alberto, cuyos restos descansan en el Camposanto de Andorra. Similitudes sorprendentes ya que mi abuela Visita y sus hermanos, Albino, Ángel y Angelina, solo lo son de padre, al igual que mi padre y sus hermanos, mis tíos de siempre, los de aquí , son, con los que no son los de aquí, hermanos solo de madre. Perplejidad, la mía, al comprobar que el origen de esta historia, mi bisabuelo Albino Cañada, el Veterinario, procedía de Mosqueruela, municipio de la provincia de Teruel y que todos, incluida mi abuela Visita, también eran Turolenses. Fue mi abuelo Pedro, albaceteño él, quién viajó junto a su madre Concha, "maestraescuela" (todo junto) como decían antes, hasta Andorra para ejercer su labor docente. Y yo pensando que todos eran murcianos.
A mi Familia, los Cañada, quiero dedicar estas líneas. A mis tíos de siempre, los de aquí, y a los que no son de aquí. A todos mis primos hermanos, veinte, de una familia peculiar y singular donde los haya. Quizás ahora alguien encuentre similitud con la familia que yo he "creado" y halle explicaciones familiares para justificar como yo, con cuarenta y nueve años, tengo tres hijos de dos matrimonios "fallidos" y estoy, de nuevo, soltero y en el mercado, como dice la hija mayor de mi tío Matías, mi prima hermana Visita, con quién comparto tantas charradas como puedo, saboreando, eso sí, en la calle peatonal de mi añorado pueblo, cuantas cervezas nos permiten nuestros innumerables compromisos sociales.
Y en especial quiero dedicárselas a mi tío Ángel, tristemente fallecido recientemente, el del Cine Tivoli, el del "Chispitas", ese seiscientos con el que tanto ha circulado por Andorra y que con tanto orgullo lo conducía, fruto de un amor pasional que sentía por él. Quiero pensar que estés donde estés, seguirás luchando por conseguir que no haya ni un solo niño que pase hambre a tu lado. Como me dijo tu mujer, mi tía María, "ahora que estabais los tres hermanos más unidos que nunca", te has ido para siempre. Descansa en Paz.
Gracias tío, de corazón, por hacer que me sienta, por fin, orgulloso de formar parte de nuestra familia, los Cañada.