Anda mi hijo mayor, Albino, el sexto de una saga de albinos en la familia, envuelto en una auténtica cruzada buscando partes de su cuerpo donde tatuarse mensajes subliminales, de hondo calado reivindicativo.
Primero fue en la parte interna del tríceps del brazo izquierdo, donde se tatuó un "now I´m a warrior", que traducido puede ser algo como "ahora, yo soy un luchador". Habría que preguntarle hasta cuándo va a seguir luchando y ya, contra quién. Posteriormente se agujereó la parte superior de la oreja y se puso lo que los modernos llamáis "piercing". Sin comentarios. Y, como colofón de despropósitos, se ha tatuado las pantorrillas con un contundente "Stay Strong", una palabra en cada pierna, que pudiera traducirse como "Mantente Fuerte", que no he querido ni preguntarle a qué se refería. Seguramente, me aterra conocer la respuesta.
A mí, como pueden imaginar, no me hace ninguna gracia la historia, pero no he sido capaz de transmitírselo a él, de una forma contundente y concluyente. Y no descarto que aparezca mañana con un aro "estrangulándole" la ceja.
Recuerdo, y es dónde quería llegar, como para eso mi Padre, el bueno de mi Padre, ese increíble prodigio de rotundidad, ante el alboroto que estábamos montando mi madre y yo, al discutir sobre la posibilidad de ponerme un pendiente, en aquella época de rebeldía que casi todos hemos pasado, le preguntó a mi madre si pasaba algo donde tuviera él que intervenir y mi madre, cansada de luchar con mi adolescencia, le comentó que yo me quería poner un pendiente en la oreja, que ¿qué le parecía a él?. Con esa parsimonia que le caracteriza, me dirigió una de sus miradas incalificables y sentenció, como buen "Cañada" que lo es:
"Por mí no hay problema. Solo pongo una condición, tu te pones uno y yo te pondré, el otro, donde yo quiera, porque pendientes, eso sí, hay que llevar dos".
Podrán imaginar Vds. que terminó brutalmente con toda mi ilusión. Sin complejos, sin traumas, sin tonterías, sin repercusiones. ¿Por qué no habré heredado yo la facilidad de palabra de mi padre?. Jamás se me ocurrió volver a plantear la cuestión. Ni incluso hoy.